Jungle Boogie. Folktronica. Minimal Cumbia. Andeanstep. Tropical Bass. Global Spirit. Keta-Pop. Bummeltechno. Basso Nova. Macarena Dub. Slowhouse (aka “Slouse”). Slothdisco (!). Uplifting downtempo. Spiritual House. Chill Rave. Aya Tech.

Estos y muchos nombres más describen las interminables variaciones del mismo espíritu musical de mentalidad abierta que, desde hace ya algún tiempo, se extiende como mantequilla de cacahuete en la tostada que es la cultura global de clubs. Algo emocionante e imparable está ocurriendo en los ejes principales de la música electrónica, entre Buenos Aires, São Paulo, Colonia y Berlín… gracioso, podría sonar y parecer que todo esto pudiera estar hecho a medida también para Ibiza. Estos son los buenos tiempos, porque existe un rugido en la selva que es lo suficientemente grande como para sacudir incluso esta roca. Al parecer, la música electrónica se está volviendo inteligente otra vez. Y esto tiene que ver con un nivel más alto de percepción y de conciencia en más de un único sentido.

Mientras que la mayoría de nosotros nos pasamos buena parte de nuestras noches bailando en descaradamente carísimos, más bien sobrevalorados recintos cerrados al ritmo de lo mismo de siempre (que ha estado intentando reproducirse a sí mismo quizás por demasiado tiempo ya), envueltos en la interminable burbuja de marketing creada por trajes corporativos y enloquecidos por los mismos protagonistas anónimos durante décadas. Ahora hay un nuevo, un diferente tipo de club basado en la espiritualidad, surgiendo en el punto de fusión de todas las descripciones de género mencionadas anteriormente… y, sin prisa pero sin pausa, está reivindicando las (más inteligentes) pistas de baile, los playlists de los DJs y los festivales del mundo entero.

Genre dons como Nicola Cruz, Chancha Via Circuito o El Buho ya han tocado en un horario principal en el SONAR y/o han agraciado al infame Boiler Room con uno de sus impecables sets hechos de previo y mayormente inédito buen material. Sellos como ZZK Records, Fertil Discos, Tropical Twista o Regional (por mencionar sólo algunos) entregan lo bueno sin filtro, recogido, autorizado y repartido globalmente por ediciones como Project Mooncircle, VoooDooHop o Katermukke, para citar tan sólo unos cuantos. Los medios hip como Thump, XLR8R y demás por el estilo se dieron cuenta de la onda hace algún tiempo, de ahí que la inocencia inicial de todo el movimiento esté ya de camino de salida – mientras tanto, los ojos y oídos del mundo de clubs están apuntando hacia allí.

Estamos hablando (y escuchando) en su mayoría sin esfuerzo, credibilidad orgánica aquí, la esencia contemporánea de todas las cosas electrónica mezcladas con una herencia folclórica creíble. Sí, PUEDES bailar al ritmo de estos beats… pero no TIENES que hacerlo. Y si lo haces, no te estreses. Habitualmente 100 bpm serán suficientes, quizás tan sólo una pizca más – de hecho, eso ya es bastante rápido para aquellos conocedores. ¿Y la gente baila ESO?, te preguntas. Sí, lo hacen. De hecho, son multitudes. Y no solamente se siente mejor – también tiene mejor apariencia.

Incluso aquí en la (no realmente tan) blanca isla, puedes ver algunos de los resultados cada domingo durante “Acid Sundays” en el HEART. El hombre al que llaman Acid Pauli, semidiós de todas las tribus y proveniente de una cierta (más bien nerdy) estirpe del vívido circuito underground alemán de música electrónica, es el primer “gran nombre” en la escena internacional (y el mejor ejemplo) para acoger la onda y los ritmos globales (en particular de Sur y Centro América) con la intensidad adecuada… y una apacible sonrisa. Fuentes bien informadas afirman que esto último se debe sobre todo al hecho de que es bien consciente de la mina de oro en la que acaba de perforar. ¡Bendito sea!

Esta música no se te pega a las caderas ni te abofetea en la cara. Todos esos años te engañaron haciéndote creer que tiene que ser así. Pero esta onda se atreve a marcar la diferencia ahí mismo. En su mayoría entregada simplemente como una bella ofrenda auditiva a caballo de un ritmo, placentero para aquellos a quienes les importa la autenticidad y alimentando a aquellos que han estado deshidratados en el desierto de la monotonía del tech house, trance y EDM por ya demasiado tiempo, esperando que suceda algo que traiga las verdaderas sonrisas sinceras de vuelta a las pistas. Algo que  ellos puedan bailar, pero que al mismo tiempo los haga sentirse una preciosa parte del panorama general.

Pese a que este no es “el próximo sonido” o “la próxima temporada”, lo cierto es que ni siquiera es un género musical, la onda general (y la actitud que la acompaña) se siente como grandes círculos ancestrales que se cierran. La “World Music”, parece, se ha hecho mayor por fin. Desde los primeros tiempos de los estereotipos hippies (todavía muy popular entre la consultoría, resistiendo no sólo pero en especial en Ibiza) a través de una serie de mix cultural irreflexivo de “solidaridad a cualquier precio” (aka “colonialismo explotador pasivo”), hemos llegado por fin a un punto en el que un número creciente de talentosos creadores están uniendo efectivamente su herencia cultural ancestral local con la música electrónica contemporánea (no vamos a mencionar aquí el “sonido de club”, sobretodo porque es una pequeña parte de la música electrónica – un hecho que debería recordarse especialmente aquí, en esta así llamada “capital de la música electrónica”).

Junto con la espiritualidad musical existe algo más… y aquí es donde vuelven a aparecer la percepción y la concientización. En los buenos tiempos, hacías una fiesta. Un evento cool en el mejor de los casos. Mucho, mucho antes de las fiestas, y de aquellos tiempos, se le llamaba más bien “ritual”. En la mayoría de los casos era como uno, creando el ambiente para una onda colectiva única que no necesita pronunciación. El sonido –lo has adivinado- podría describirse como fundamentalmente tribal, con el público presente viniendo de, más o menos, todos los campos y de todas las edades. No se trata de moda, se trata de conciencia. Viajes internos. Afinidad mental. Afinidad espiritual de alguna manera.  Y, en ese sentido, todo el movimiento posee algo muy radical y muy político. Eso sin mencionar, por supuesto, también un establecimiento totalmente diferente de la mejoría del humor.

La Granja, la última (y muy casualmente hip) incorporación al paisaje de hotel de agroturismo de la slowlife de Ibiza, se centra casi por completo en una política musical muy especial en ese espíritu y ya ha visto un mini festival de una semana de duración llamado “Music & Rituals – la experiencia Habitas” para aquellos conocedores, presentando una alineación internacional de ilusorios nombres de DJs como Peter Power, Sabo o Pablo Sanchez. Cada domingo de la temporada, La Granja presenta su propia versión holística de tal ritual, dirigiéndose a todos los sentidos.  Burning Man se encuentra con Belice se encuentra con Bali se encuentra con Benirras – ¡habrase visto!… El Malanga Café en Ibiza ciudad alberga una noche tropical regular presentada por Cris Kai – mientras que el evento más notorio en términos de este nuevo espíritu se llama WooMooN. Una vez a la semana, los miércoles, la acertadamente escogida ubicación de Cova Santa se convierte en una jungla psicodélica, incluyendo todo tipo de performances espirituales con adorados géneros como Nicola Cruz, Jhon Montoya, Behrouz, Chancha Via Circuito, Crussen y Martha Van Straaten. Todos ellos representando un enfoque único y diferente a lo que bien podría ser un cambio paradigma en términos de cultura dance decentemente madurada.

No sorprende que en términos de logística, marketing y promoción, de alguna manera todos los caminos lleven a Berlín. Marcadores de tendencias como Martha Van Straaten, Lotte Ahoi y colectivos tales como Urban Cosmonaut Radio o Laut&Luise, además de una cadena de otros individuos y colectivos recogen sonidos de todas las esquinas del planeta para abastecer la enormemente creciente demanda dentro y fuera de Europa.

Más arriba en la escalera del BPM, actos como Matanza o Dengue Dengue Dengue (quien acaba de lanzar un bestial nuevo álbum llamado “Siete Raices”) consiguen destrozar con facilidad incluso las principales salas club más tech del mundo con su mezcla bassheavy que pesa toneladas.

Mientras que la onda de Latino América taladra poderosamente desde el este, la influencia oriental está desde hace largo en camino para completar la tribu de una manera verdaderamente global. El mandamás radicado en Turquía Oceanvs Orientalis, encabezando la nueva onda oriental, es el invitado especial de esta semana del “Acid Sundays” de Acid Pauli en el HEART… el próximo capítulo parece que se está escribiendo ya. De hecho bastantes productores radicados en Latino América ya poseen una saludable cantidad de harmonías y percusiones orientales integrándose en sus sonidos… y están siempre ansiosos en recitar y mejorar la electrónica alemana con un enfoque indie. La trama se complica a medida que los círculos se cierran desde todos los lados.

Esta podría ser la primera oleada de un contramovimiento más saludable, oponiéndose a la falsedad, ostentación, superficialidad y superavaricia que el “viejo” mundo de los clubs (y con este la música) representa/se ha transformado hoy en día. La larga cadena de cuentas de madera que lleva tu DJ podría ser una señal cierta de que te espera un evento ritual en cualquier momento a seguir… bienvenido a la selva.

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